El viaje de la libertad.

10:47 pm

Corro a más no poder después de haber drogado a la persona que paga por mi cuerpo. Cada segundo era oro, cada minuto costaba, de esto depende mi vida y libertad; perder tiempo no era opción, no tengo espacio para descansar, no puedo descansar. Quiero pensar que si esto sale bien, podré tener el tiempo de descansar.

¿Cómo llegué aquí? ¿En qué lugar estaba? ¿Cómo es que terminé en este infierno? Eran preguntas muy frecuentes en mi cabeza. 

No sé, ni tengo ni la más mínima idea de dónde estoy, esos hombres son de países diferentes, pero todos se comunican a través del inglés. La última vez que estuve consciente del lugar en el que estaba fue hace 10 meses, había llegado a Estados Unidos tras haber dejado a mi país natal, Colombia, quería un mejor futuro, quería tener una mejor economía. Así que empecé a tocar puertas y hacer trámites para ir hasta el exterior. Hasta que un día me hicieron una oferta, ser niñera. Sin dudar acepté, la paga que prometían era buena, y también daban los pasajes. Lastimosamente nada salió como lo imaginé, apenas puse un pie en el aeropuerto de Usa me metieron a un carro, seguido a eso me drogaron hasta desmayarme. Cuando desperté estaba en el cuarto del cual actualmente me encontraba escapando.

Quisiera que esto fuera solo una pesadilla pero no es así.

En ese horrible lugar me han obligado a venderme, a prostituirme. Y no soy la única, niñas, mujeres, mujeres de edad se encontraban en la misma situación. La suerte no había jugado de nuestro lado, nuestro sueño de un mejor futuro no se nos había dado.

5 meses.

5 meses han pasado desde que empezamos a planear nuestro viaje a la libertad. Aunque nuestras posibilidades de que todas salgamos vivas son muy pocas, somos conscientes de ello, si tenemos que sacrificar nuestras vidas o libertad lo haremos. Ese fue el pacto.

Salí de mis pensamientos al escuchar pasos ajenos a los míos, asustada pero aun corriendo miré a mi alrededor.

Solo era Jimena quien se unía a mí. Era parte de lo planeado. Lo único que no era su rostro llorando, estaba herida, su sangre era abundante.

– ¡Emilia detente por favor! – grita Jimena detrás de mí.

Me debato por un momento si hacerlo o no, la frase de perder segundos y minutos me retumba en la mente, pero Jimena ha sido una luz en esta oscuridad, así que decido detenerme y tratar de socorrerla.

– ¡Jimena! ¡Oh mi Dios! ¿Cómo te lo hicieron? – le pregunto alterada, mirando a todos lados, han pasado dos horas desde que salí corriendo de allí, a los 10 km supe que empezaban a seguirnos pero me desvié de ellos.

– Me vienen siguiendo, me apuñalaron, quiero que me hagas un favor cuando ya estés en Colombia, porque sé que saldrás de acá junto a las demás, sé que lograrás sobrevivir. –la escucho decir e inmediatamente las lágrimas empiezan a salir mientras niego, abro la boca para hablar pero me interrumpe– no hables, todas sabíamos que alguna tenía que sacrificarse –dice a medida que jadea– quiero que leas esta carta, desde que empezamos con el plan escribí esto, mi sacrificio es parte del plan Emi, quiero que hagas todo al pie de la letra, me lo agradecerás –me dice llorando y jadeando y no hago más que asentir y guardar la carta– ahora quiero que corras y que salgas de este horrible lugar.

– Te extrañaré, volveré por ti, créeme que lo haré, no te rindas Jime – le digo llorando y besando su frente y sin más vuelvo a correr.

03:00 Am

Ya perdí la cuenta de mis pasos, no sé dónde estoy, no sé cómo estarán las demás, ni en qué condiciones, no he dejado de pensar en Jime, hace una hora atrás me tuve que desviar de nuevo, me habían encontrado, tengo mucho miedo, mis esperanzas de salir viva de este lugar cada vez eran menos, mi agotamiento aumentaban junto a los kms que corría.

Ya no puedo más.

Llevo cuatro horas corriendo por carreteras y montes, no veo ni la más mínima luz de ciudad o pueblo, estoy pérdida. El agua se me acabó hace 20 haciendas atrás, me sentía deshidratada.

Siento que pierdo la noción, pero escucho los ruidos de una camioneta y una moto y me desvío por milésima vez.

06:00 AM.

Empieza a amanecer, ya no veo carreteras, solo veo montes, el miedo aumentó demasiado, se me fueron las esperanzas, estoy perdida, sin agua y sin comida. Siento que llegó mi fin.

Moriré y no pude hacer lo que Jime me pidió, ni siquiera llegaré a leer su carta.

Me dijo que la leyera estando en Colombia.

Moriré sin ver a mi familia y sin abrazarlos por última vez.

Aunque tal vez ese sea mi verdadero viaje de la libertad.

Morir.

Morir me hará libre.

10:00 AM.

Despierto por los rayos del sol en mi cara, y los aullidos de un perro, rápidamente me despierto asustada, miro mi reloj digital, mi acompañante en esta pesadilla, me asusto aún más al saber que eran las 10:00 am del otro día.

No puedo creer nada.

Sigo en el mismo lugar donde caí desmayada.

Le hago señas al perrito para que se acerque.

– Amigo, ¿sabes cómo puedo salir de acá? –le pregunto con la esperanza de que me responda, pero no lo hará así que me levanto y empiezo a caminar de nuevo.

El perro siguió ladrando atrás, le hago la seña de despedida con mi mano y emprendo mi camino de buscar la salida de estos montes.

Me sentía recuperada, ya con más energías para correr.

A medida que voy corriendo empiezo a visualizar una carretera a lo lejos y me alegro inmediatamente. Empiezo a correr más rápido y llego a la carretera, y vuelvo a mi trote normal.

Vuelvo a visualizar a lo lejos muchas casas, ¡significa que llegué a un pueblo!

Agilizo mis pasos y llego a mi meta, quiero llorar de la felicidad.

Quiero llorar demasiado.

Estaba hecha un desastre, llorando y corriendo, pero me importaba poco, había llegado a mi destino.

La libertad.

Mis pies me llevan hacia una cafetería después de las casas que había visualizado anteriormente, antes de entrar me detiene un televisor, estaban dando las noticias.

Me reportaban como desaparecida.

Encontraron a Jime sin vida.

Y 5 compañeras estaban en mi condición de desaparecida.

El sol brilla hacia nosotras, el plan había resultado, las chicas hicieron todo al pie de la letra. Nuestro viaje hacia la libertad se había dado.

Sin pensarlo entró a la cafetería y hablo con el señor, al parecer seguía en Usa, y menos mal sé inglés porque si no me fuese sido imposible comunicarme.

Así fue como terminó esta pesadilla. 

El señor de la cafetería me brindó su ayuda y contacto a las autoridades quienes dieron aviso y colocaron la denuncia. Al mes los jefes de la casa de prostitución fueron arrestados por trata de personas y me dejaron ir hasta mi país natal, Colombia. 

Leí la carta de Jime, con nostalgia la recuerdo, estará siempre en mi mente y corazón. Me reconforta que hasta el día de hoy, un año después del Viaje a la libertad hice todo al pie de la letra. 

Las demás chicas también salieron victoriosas, nos despedimos en el aeropuerto, y saludamos a un nuevo comienzo. 

Despedimos esos momentos en los cuales fuimos prisioneras. 

Saludamos a nuestra vida siendo libres.